Lo que me queda de vida no quiero vivirlo en vano.
El requisito esencial de los negocios es la prontitud.
El hombre se distingue de todas las demás criaturas por la facultad de reír.
El saber, después de la virtud, es ciertamente lo que eleva a un hombre a mayor altura que otro.
No hay talento tan pernicioso como el de la elocuencia.
En verdad que el hombre no es más que una sombra, y la vida, un sueño.