Son muchos los que yerran, no por la falta de capacidad de lograr su objetivo, sino por no saber a qué objetivo dirigirse.
No existe error tan grande como el de no proseguir.
Si cerráis la puerta a todos los errores, incluso la verdad quedará fuera.
Es un error creer que uno está rodeado de tontas, aunque sea verdad.
Cuando hayáis cometido un error, no mintáis para negarlo o atenuarlo. La mentira es una torpe debilidad. Acepta que te has equivocado; en ello está la magnanimidad.
Más debemos algunas veces a nuestros errores que a nuestros aciertos, porque aquellos nos enseñan y éstos nos desvanecen.
Es mucho más fácil detectar el error que descubrir la verdad: el primero se halla en la superficie y no cuesta demasiado dar con él; la segunda reposa en las profundidades y explorarla no está al alcance de cualquiera.