No existe error tan grande como el de no proseguir.
Cuando hayáis cometido un error, no mintáis para negarlo o atenuarlo. La mentira es una torpe debilidad. Acepta que te has equivocado; en ello está la magnanimidad.
Más debemos algunas veces a nuestros errores que a nuestros aciertos, porque aquellos nos enseñan y éstos nos desvanecen.