Lamentarse es reconocer que existe alguna cosa buena en la vida, y yo no rendiré nunca éste homenaje a la condición humana.
Largamente podemos acusar, pero no podemos cambiar el destino, ni con denuestos, lágrimas ni razones; así, es mejor abstenerse de lamentos inútiles.
Nunca debe el hombre lamentarse de los tiempos en que vive, pues esto no le servirá de nada. En cambio, en su poder está siempre el mejorarlos.