Una solución mediocre pero inmediata, vale muchas veces más que una solución perfecta y tardía.
Cuando males desesperados demandan tomar una resolución rápida, la desconfianza es cobardía y la prudencia locura.
No es cobardía pesar las decisiones y vacilar cuando se trata de una resolución azarosa y más expuesta para los demás que para nosotros.