Vale más fracasar honradamente que triunfar debido a un fraude.
Los cielos nunca ayudan al hombre que no quiere actuar.
Acostada en medio de desdicha, el alma ve mucho.
Quien levanta sus manos para luchar contra el amor, ciertamente es un insensato.
El camino que he seguido, lo he seguido sin saber nada.
De nada puede sacar el hombre más provecho que de la prudencia y de un consejo sabio.
Te admiro por tu sensatez, te odio por tu cobardía.
Viviendo con disolutos no se aprenden más que vergüenzas.
La conciencia de aquellos que nada bueno traman secretamente, suele acusarlos de su crimen antes de que se les descubra.
Lo que impregna al alma el deseo de conocer, es la idea del bien, es el principio de la ciencia y de la verdad.
Aunque sea un joven, no se debe mirar la edad sino el consejo.
La oportuna diligencia proporciona sueño y descanso después de la fatiga.
Nada ocurre en la vida humana excepto el dolor, pues aun la esperanza que para muchos es una ayuda, es para otros engaños de fútiles anhelos.
Reflexión común a todos los hombres es el errar, pero cuando el hombre yerra, no es necio ni infeliz. Sin reconocimiento el error se enmienda porque la terquedad acusa ignorancia.
Los hombres más hábiles suelen sucumbir en vergonzosos discursos sólo por afán de lucro.
Señal de gran demencia es perseguir lo imposible.
Una mentira nunca vive hasta hacerse vieja.
No es propio del médico entonar cantos mágicos ante la dolencia que necesita el bisturí.
No con palabras deseo hacer ilustre mi vida, sino con obras.
La obstinación engendra todo género de males.
