El hombre es un ser social cuya inteligencia exige para excitarse el rumor de la colmena.
Hay tres clases de ingratos: los que olvidan el favor, los que lo hacen pagar y los que se vengan.
Hay pocos lazos de amistad tan fuertes que no puedan ser cortados por un cabello de mujer.
En materia de arte no importa el modo, sino la moda.
El silencio del envidioso es el mejor elogio al que puede aspirar un autor.
Cuando, desde el tren descubramos una ciudad desprovista de altas chimeneas y coronadas de campanarios elevados, bajémonos. Allí hallaremos seguridad para el cuerpo y sosiego y deleite para el espíritu.
El fin práctico de la civilización consiste en obligar a la muerte a hacer cada día más larga antesala delante de nuestra alcoba.