Podrán golpearme los huesos, matarme, tendrán mi cadáver, pero no mi obediencia.
Únicamente la obediencia tiene derecho al mando.
Es muy difícil someter a la obediencia a aquel que no busca mandar.
La obediencia es la más recomendable virtud para cuando no se puede mandar.
Hace falta saber obedecer para saber mandar.
La obediencia es el abatimiento de un hombre ante una función, no de un hombre a otro.
Que el saber obedecer es la más perfecta ciencia.