La pobreza espiritual produce la obstinación. No creemos fácilmente en lo que está más allá de lo que alcanzamos a ver.
La obstinación es la voluntad que se afirma sin poder justificarse; es la persistencia sin motivo plausible, es la tenacidad del amor propio que se constituye en tenacidad de la razón o de la conciencia.
Damos el nombre de fatalidad a nuestra obstinación. Las fuerzas suelen ser la persistencia del carácter en sus inclinaciones incorregibles.