Un verdadero hombre no puede ser sino humilde. Conoce la pequeñísima participación que tiene la voluntad en los hechos que lleva a cabo y en qué medida todo se debe a un capricho incontrolable, sin que pueda saberse, hasta hoy, de dónde viene, cómo brota y por qué huye.
Creer inteligente al que se sabe muchas cosas de memoria es como considerar sabio al que tiene en su casa un a gran biblioteca.
No se llega a ser un gran hombre si no se tiene el valor de ignorar una infinidad de cosas inútiles.