La suerte favorece sólo a la mente preparada.
El último escalón de la mala suerte es el primero de la buena.
La suerte viene a quien menos la aguarda.
Nuestra suerte no se halla fuera de nosotros, sino en nosotros mismos y en nuestra voluntad.
Atribuimos a la suerte todas nuestras desgracias; jamás nuestra prosperidad.
No ha de maravillarnos que el azar pueda tanto sobre nosotros, desde el momento que vivimos por azar.
Creo muchísimo en la suerte y descubro que cuanto más trabajo, más suerte tengo.
Cuanto más practico, más suerte tengo.
La suerte es la sonrisa de lo desconocido.
La suerte no se puede almacenar.
Nos enamoramos de la suerte como de una mujer: bien porque nos rechaza; bien porque se nos entrega.