El que se adelanta a confesar el derecho propio, cierra la boca a los demás; no es desprecio a sí mismo, sino heroica bizarría; y al contrario de la alabanza, en boca propia se ennoblece.
Quien de ordinario probó agrios de madrastra amaine en los empeños, no terquee que suele ser de plomo el desfavor.