El ojo no puede elegir, sólo ve; el oído no puede silenciar; nuestro cuerpo siente, esté donde esté, aunque la voluntad se quiera negar.
El privilegio de la mujer que amamos más de lo que ella nos ama, es hacernos olvidar a cada momento las reglas del buen sentido.
Habiéndole preguntado a uno sobre lo que más raro le parecía en el mundo, respondió: «Lo que pertenece a todos, es decir, el sentido común».