El hombre no se da cuenta de cuanto puede hacer, más que cuando realiza intentos, medita y desea.
El infierno está lleno de buenas voluntades y deseos.
Siempre son las dificultades del tamaño de los intentos.
Hay que atender no sólo a lo que cada cual dice, sino a lo que siente y al motivo por el que lo siente.
Que siempre por señales o razones, se suelen descubrir las intenciones.
Es una lección digna de escucharse: intenta, intenta, intenta... Y si al principio no logras un bien resultado, intenta, intenta, intenta todavía.
Por la intención deben juzgarse los favores y las injurias.