Dios mide nuestras aflicciones por nuestras necesidades.
Quien se aflige antes de tiempo, se aflige más de lo necesario.
Es una necedad arrancarse los cabellos en el momento de la aflicción, porque la pena no puede ser aliviada por la calvicie.
A menudo, la nube que oscurece el presente sirve para iluminar todo nuestro futuro.
Del dolor y de la aflicción es de donde la raza humana ha aprendido los secretos de la ciencia, de la filosofía y de la religión.
Sólo los que padecen una aflicción determinada se entienden entre sí.
Nunca se está más cerca de Dios que en la aflicción, que induce a la purificación del alma.