Para los vencidos, el bien se vuelve en mal y el mal en peor.
Un resentimiento surge siempre calladamente en la conciencia de los vencidos: el de que todo gran fracaso es en el fondo merecido.
Más agudo es el aguijón del dolor cuando somos vencidos con nuestras mismas armas.
Se llama insurrectos a los vencidos. Los victoriosos jamás son insurrectos.
Al que te trate con bondad, corresponde con bondad y vencerás; al que te trate con maldad, corresponde con bondad y vencerás dos veces.
Nada tan estúpido como vencer; la verdadera gloria está en convencer.
Vencer sin peligro es triunfar sin gloria.