El alma humana tiene vergüenza de sí, cuando se deja vencer por el dolor.
Quejarse del tiempo en que se vive, murmurar de los actuales gobernantes, añorar el pasado y concebir absurdas esperanzas en el futuro son las inclinaciones de la mayor parte de la humanidad.
A Dios en balde mi clamor elevo porque Dios no me escucha; cáliz de acíbar y ponzoña bebo en incesante lucha.