No debemos quejarnos de los hombres por su rudeza, su ingratitud, su injusticia, su arrogancia, su amor a sí mismos o su olvido de los demás: están hechos así. Tal es su naturaleza.
Quejarse del tiempo en que se vive, murmurar de los actuales gobernantes, añorar el pasado y concebir absurdas esperanzas en el futuro son las inclinaciones de la mayor parte de la humanidad.