La manera esencial que distingue a un hombre digno de llamarse así es la perseverancia en las situaciones adversas y difíciles.
La felicidad es la situación espiritual que se desea interminable y sin variación.
No hay situaciones desesperadas, sino hombres sin esperanza.
Manera muy astuta de liberarse de las situaciones es proyectar en los otros nuestro propio estado de ánimo.
Concebimos deseos o esperanzas en armonía con nuestra situación.
Las situaciones no deben cortarse, sino desatarse.
En todas las situaciones agradables y buenas el alma va perdiendo la noción de sí misma, al igual que el cuerpo, y sólo las sensaciones penosas, la hacen que vuelva a acordarse de sí misma.