¡Oh, ilustre anciana de la mitología!
De todos los malos epítetos que pueden darse a la Luna, quizá no haya otro más infeliz, que éste de redonda.
Bendita mil veces la luz desmayada que avaro te presta magnífico el Sol.
Ombligo del firmamento; ondina de las estelas; hada de las infinito; lámpara de alcanfor sobre un catafalco; postigo de los eclipses; candela de las fobias; suspiráculo de las novias; pan ázimo de los necios...
¿Qué haces, Luna, en el cielo? Dime, ¿qué haces...?
Madrina de los locos, luna de los poetas, apoteosis de plata del gran claro lunar...
¡Oh, luna de abril serena, que empuja las nubes blancas!