Si encuentras a un hombre virtuoso y bueno, no lo apartes; hónralo para que no tenga que huir refugiarse en desiertos y cavernas u otros lugares solitarios, lejos de tus insidias; míralo como a dios terrenal, merecedor de estatuas y simulacros.
Proponerse ser bueno es serlo ya.
Cuando se es fuerte hay que ser bueno.
Acompáñate con buenos y tú lo parecerás.
No es necesario que la bondad se manifieste, sino que se deje ver.
La recompensa de una buena acción es haberla hecho.
Desde que los sabios han comenzado a aparecer, los buenos se han eclipsado.