No debe leerse nunca a un mal escritor, ni aun para desdeñarlo. Siempre hay un grumo de tontería que se pega. Es como estar junto a una persona que tiene un estribillo. Se comprende que es una abominable manía, pero termina uno aceptándola.
Al emprender una lectura debemos proponernos no hacerlo más que una vez, esto es, con una atención tal que una sola lectura baste para recordarla, lo mismo que si el libro hubiera de ser destruido después.