La facultad de crear nunca se nos otorga por sí misma. Llega a la par con el don de observación.para hallar en torno de él, en la cosa más corriente y humilde, elementos que vale la pena advertir.
La dulzura de la creación nos engaña en lo que respecta a su verdadero valor.
Mientras sea creador —por bajo que sea el nivel de su creación—, un hombre puede considerarse verdaderamente libre.
Los anhelos de belleza y de creación son tan inseparables del hombre, que probablemente sin ellos no podría vivir en el mundo.
La creación intelectual, el más misterioso y solitario de los oficios humanos.
Para el verdadero creador, cualquier pasión que no sea la de crear es una aberración.
La vida, la naturaleza, la humanidad, sólo son bellas palabras cuando son transfiguradas por un cerebro creador. Todo lo demás es mentira.