Las únicas copias buenas son aquellas que nos permiten apreciar el ridículo de los originales.
No te contentes con hablar de las gentes de bien: imítalas.
Toda imitación es mala, incluso en el orden moral.
Una excelente manera de defenderse de los demás, es procurar no parecerse a ellos.
Cuanto más se lee, menos se imita.
Somos imitación en más de una mitad; lo importante, es escoger buenos ejemplos por imitar.
¡Bienaventurados nuestros imitadores, porque de ellos serán todos nuestros defectos!