No se puede planear el futuro según el pasado.
¡Dios os guarde de sacrificar el presente por el porvenir!
Para muchos, el soñado porvenir no es, a menudo, más que la vuelta a un pasado idealizado.
El único elemento que puede sustituir la dependencia del pasado es la dependencia del futuro.
Todos vivimos del pasado y nos vamos a pique con él.
Y así vamos adelante, botes contra la corriente, incesantemente arrastrados hacia el pasado.
Ahora: una palabra curiosa para expresar todo un mundo y toda una vida.
No conozco ninguna regla para juzgar por el pasado.
El pasado es como una lámpara colocada a la entrada del porvenir.
Si las pasiones y los sueños no pudiesen crear nuevos tiempos futuros, la vida sería un engaño insensato.
Olvidemos lo que ya sucedió, pues puede lamentarse, pero no rehacerse.
Quien mira lo pasado, lo por venir advierte.
Aquel que no recuerde el pasado, está condenado a repetirlo.
El hombre pasa su vida en razonar sobre el pasado, en quejarse de lo presente y temblar por lo venidero.
No se puede lograr que retorne el agua que pasó, ni reclamar que vuelva la hora pretérita.
Lo mismo que el porvenir, el pasado no se saborea todo de una vez, sino grano a grano.
Si no somos corresponsables del pasado, tampoco tendremos derecho a reclamarnos legítimos propietarios del futuro.
Procuremos más ser padres de nuestro porvenir que hijos de nuestro pasado.