Uno, con la edad, se libera del deseo de hacer las cosas como los demás y hace tranquilamente y sin miedo lo que le parece a él.
El joven tiene aspiraciones que nunca pasarán, el viejo tiene reminicencias de lo que nunca sucedió.
Cuando era joven decía: «ya verás cuando tengas cincuenta años». Tengo cincuenta años y no he visto nada.