Cuanto más grande es el hombre, más grande es el crimen.
Aquel a quien el crimen es beneficioso es el que lo ha cometido.
Más vale no acusar a un criminal, que absolverlo.
La codicia, el amor a los placeres, la lujuria, la ociosidad y la cólera son las principales causas de los crímenes. El germen de estas pasiones se encuentra en todos los hombres.
Aquel que permite la opresión comparte el crimen.
El número de malhechores no autoriza el crimen.
Ningún crimen tiene fundamento razonable.
El crimen puede estar encubierto, pero no seguro.
Los crímenes colectivos no comprometen a nadie.
El crimen es generalmente un producto de la ociosidad social; muchas veces es una lesión moral que se curaría aserrando madera.