El hombre no es más que una caña, la más frágil de la naturaleza, pero es una caña que piensa.
Se tiende a poner palabras allí donde faltan ideas.
Casi todas nuestras equivocaciones provienen de que cuando debemos sentir, pensamos, y cuando debemos pensar, sentimos.
Raros son estos tiempos felices en los que se puede pensar lo que se quiere, decir lo que se piensa.
Nuestra misión no es la de pensar solamente, sino la de obrar.
Pensar es buscar claros en un bosque.
El hombre que pretende obrar guiado exclusivamente por la razón está condenada a obrar muy raramente.