Amistad que acaba no había comenzado.
La herida del amor la sana el mismo que la hizo.
Al pobre le faltan muchas cosas; al avaro, todas.
El único bien que hace un avaro es morirse.
Es doloroso tener que callar cuando se sienten deseos de hablar.
Lo que no se puede modificar, sopórtalo tal como es.
El carácter de cada hombre es el árbitro de su fortuna.
Da dos veces el que da pronto.
El valor crece atreviéndose, y la cobardía titubeando.
Mala causa es la que tiene necesidad de compasión.
Por duro que sea el consejo, no debe injuriar.
A tus amigos aconséjalos en privado y elógialos públicamente.
Es la voluntad y no el cuerpo lo que nos hace lujuriosos.
Con los defectos de los demás. El sabio corrige los propios.
Derribar las leyes es quitarse a sí mismo el primer apoyo.
Está a salvo de cualquier peligro aquel que, aun estando seguro, se mantiene en guardia.
El que debe, no se asoma a la puerta de su acreedor.
Las deudas son la esclavitud de los libres.
En mar tranquila todos son buenos pilotos.
Quien pierde la fe no puede perder más.