Si echamos una ojeada a nuestra vida pasada, veremos que una de sus más usuales experiencias es que hemos sido favorecidos por nuestros errores y perjudicados por nuestras prudentes decisiones.
Para los hombres de coraje y decisión se han hecho las grandes empresas.
No se deciden los grandes problemas por leyes y discursos, sino por el hierro y la sangre.
La firme decisión demuestra que la fortuna no tiene ningún poder sobre ella.
Entre los hombres tendrás la reputación que merezcas por tus actos; te queda por decidir qué reputación debe ser.
Si se atrae una lucecita, síguela. ¿Qué te atrae al pantano? ¡Ya saldrás de él! Pero si no la sigues, toda tu vida te martirizarás pensando que acaso era tu estrella.
Los hombres no deciden por lo más racional sino por lo que les llena el corazón de resolución y de esperanza.