La personalidad se despierta al contacto de otras personalidades.
Recibimos todo lo que poseemos, nuestra personalidad y el destino de nuestra vida; de una potencia más fuerte que nosotros y sobre la cual no tenemos poder alguno.
La personalidad del sabio se halla ausente en su obra; el sello que el artista imprime a su obra es lo que hace de ella una obra de arte.
Aunque la rana tomase asiento en un trono de oro volvería a zambullirse de un salto en el charco.
La mayoría de las veces nuestra suerte no es sino un reflejo de nuestra propia personalidad.
La sociedad es en todos los sitios una conspiración contra la personalidad de cada uno.
Quien no se cree demasiado importante, vale mucho más de lo que cree.