Hay un nivel de la vida que queda clausurado a la luz de la realidad, pero debajo hay límites.
El hombre acepta como lógico y razonable todo lo que conviene a su egoísmo, colocándolo por encima de la realidad.
El alma es una terrible realidad; puede ser comprada, vendida y cambiada, puede uno envenenarla o hacerla perfecta.