La vida me ha enseñado a perdonar mucho, pero nunca a esperar perdón.
Cuando una cosa no agrada por completo y no hay otra que poner en su lugar, lo mejor es dejarlo al tiempo y esperar con calma y serenidad.
No se deciden los grandes problemas por leyes y discursos, sino por el hierro y la sangre.
Cuando cuento todos los minutos de felicidad de mi vida entera, no creo que en total sumen el día.
He podido gobernar con la corriente de los acontecimientos, pero no he podido dirigirla.
No podemos hacer la historia, sino sólo esperar a que se desarrolle.
La libertad es un lujo que no todos pueden permitirse.