El espíritu de un fanático es como la pupila del ojo; cuanto más intensa es la luz, más se contrae.
El fanatismo es el efecto de una conciencia falsa, que sujeta la religión a los caprichos de la fantasía y al desconcierto de las pasiones.
La historia de las asambleas revolucionarias de todos los tiempos muestra que los fanáticos no han descubierto otro método de persuasión que la matanza sistemática de los adversarios.