Somos fácilmente engañados por aquellos a quienes amamos.
Cuando está enamorado, se comienza por engañarsea sí mismo y se acaba por engañar a los demás.
Cuando una mujer te ha engañado, procura amar inmediatamente a otra.
Es tan fácil engañarse así mismo sin darse cuenta como difícil engañar a los demás sin que lo noten.
El hombre más necio puede llegar a fingirse erudito por un día o dos.
No se pueden ni deben llamar engaños los que ponen la mira en virtuosos fines.
¡Qué sombras somos, y qué sombras perseguimos!