El hombre superior gusta de ser lento en palabras, pero rápido en las obras.
El cojo, a la larga, alcanzará al veloz.
Los que marchan muy lentamente, sigue el camino recto, pueden avanzar mucho más que los corren por senda extraviada.
Dada la debilidad de la naturaleza humana, los remedios son siempre más lentos que los males.
La naturaleza obra siempre con lentitud, y por así decirlo, con economía.