Sucede a menudo que somos estimados por lo que nosotros mismos nos estimamos.
Ni la ignorancia es falta de talento, ni la sabiduría es prueba de genio.
Los consejos más fáciles de practicar son los más útiles.
La desesperación exagera no sólo nuestra desdicha, sino también nuestra debilidad.
No tenemos derecho a hacer desgraciados a aquellos a quienes no podemos hacer buenos.
El hombre que sabe sacar ventaja de sus liberalidades, posee una gran y notable economía.
La esperanza anima al hombre prudente, pero engaña al presuntuoso y al indolente que confía demasiado en sus promesas.