Los deseos de nuestra vida forman una cadena cuyos eslabones son las esperanzas.
El hombre es mortal por sus temores e inmortal por sus deseos.
Mejor es modificar nuestros deseos que la ordenación del mundo.
Lo mucho se vuelve poco con desear otro poco más.
Sólo hay un principio motor: el deseo.
Que es una gran verdad veo, / aunque tarde se conoce, / que más aun que en el goce / está el goce en el deseo.
Desear con ímpetu es casi poseer, pudiera decirse que un deseo impetuoso es tanto como la posesión sin sufrimiento y sin hastío.