Todos los hombres han vivido la historia del mundo, pero me siento obligado a hacer mi traducción del ser, mi propia versión.
De un mismo hecho al que han asistido veinte testigos se recogen veinte relatos distintos; todos los historiadores se contradicen; hay tantas historias como partidos.
El deber del historiador es doble: primero, consigo mismo, y luego, con el lector: para sí mismo debe examinar atentamente lo que pudo haber ocurrido, y público no deberá descubrir el secreto y ver cuán poco puede considerarse definitivamente cierto en la historia.