Recuerdo mi juventud y aquel sentimiento que nunca más volverá. El sentimiento de que yo podría durar más que todo, más que el mar, más que la Tierra, más que todos los hombres.
¡Juventud, divino tesoro, ya te vas para no volver!
Tal vez algún día dejen a los jóvenes inventar su propia juventud.
A diferencia de la vejez, que siempre está de más, lo característico de la juventud es que no pasa de moda.
Los jóvenes de hoy aman el lujo, tienen manías y desprecian a la autoridad; responden a sus padres, cruzan las piernas y tiranizan a sus maestros.
Allí donde esté el corazón de la juventud, allí está el espíritu del porvenir.
En los campos de la vida no hay más que una primavera.