Los hombres pueden dividirse en tres clases: los que creen ser donjuanes; los que creen haberlo sido y los que creen haberlo podido ser, pero no quisieron.
Que quien no sabe querer sea de mármol, no mujer. A la que me quiere, quiero y a la que me olvida, olvido.
Hay quien ha venido al mundo para enamorarse de una sola y determinada mujer y, consecuentemente, no es probable que tropiece con ella.