Nadie puede saber el límite de sus fuerzas hasta que las pone a prueba.
Todo tiene límites. Sólo nuestra puerilidad es ilimitada. ¿Y sabes por qué? Pues, porque, en realidad, somos niños, y todo tiene limitación, menos el niño.
El hombre no se conoce, no conoce sus límites ni posibilidades, no conoce ni siquiera hasta qué punto no se conoce.