La más peligrosa de todas las debilidades es el temor a parecer débil.
El vicio que nos impide conocer nuestros defectos se llama amor propio, y es el que da tanto crédito a los aduladores.
Hay dos clases de arrepentimiento: el falso que viene del fracaso y el verdadero que viene de la conciencia de haberlo hecho mal.
La más peligrosa de todas las debilidades es el temor de parecer débil.
No es bueno que todo suceda como lo deseamos.
Dios mío, me has dado todo. Dame una cosa todavía: un corazón agradecido.