Nadie puede decir que se conoce a sí mismo si no ha pasado hambre unos días y no ha sido rey absoluto unas horas.
El hombre que se levanta es aun más grande que el que no ha caído.
El único lugar en que puedo ser derrotado es en mi alma; solamente mis pasiones pueden consumirme.
El que está abajo no ha de temer caídas.
Nuestra mayor gloria no está en no haber caído nunca, sino en levantarnos cada vez que caemos.
Un rey derrotado siempre es un rey; pero un revolucionario derrotado es un rebelde o un traidor.
La desdicha no se perdona en los que durante mucho tiempo fueron dignos de envidia; su derrota nos venga y nos halaga implacablemente.