El humano que pierde al ser más querido, acaba por cesar en lágrimas y lamentos, porque el destino ha concedido a los hombres el bien de la resignación.
La resignación es un suicidio cotidiano.
¡Resignación! Qué triste palabra y sin embargo es el único refugio que queda.
Para poder resignarse es menester carácter.
Aquel que se acomoda a lo que fatalmente sucede, es sabio y apto para el conocimiento de las cosas divinas.
¿Sabe la flor que por ella se resigna la raíz a no conocer la estrella?
Cree en el corazón de tu madre; los caminos tortuosos no conducen a nada bueno, la paciencia y la resignación deben ser nuestras principales virtudes.