La oración es el acto todo poderoso que somete todas las fuerzas celestes a disposición del hombre.
Sabe vivir bien el que sabe orar bien.
La oración es propiedad del corazón, no de los labios, que Dios no atiende las palabras de quien ruega sino de quien mira su corazón.
¡Qué locos los hombres de hoy! Dirigen a Dios plegarias vergonzosas: por eso las hacen en voz baja.
Hay beatas que rezan como los conejos comen hierbas.
Palabras sin defectos nunca llegarán a los oídos de Dios.
Dadme un cuarto de hora de oración y os daré el cielo.