Los frailes de la Edad Media no andaban del todo descaminados cuando afirmaban que el griego era una invención del diablo.
Se debe hablar a Dios en castellano, a los hombres en francés, a las mujeres en italiano y a los caballos en alemán.
El acento del país donde se ha nacido, perdura tanto en el espíritu y en el corazón, como en el lenguaje.