El hombre más lento, que no pierde de vista el fin, va siempre más veloz que el que vaga sin perseguir un punto fijo.
Más de uno se equivocó por miedo a equivocarse.
El hombre más lento, que no pierde de vista el fin, va siempre más veloz que el que va sin perseguir un punto fijo.
La voluntad y no el don hace al donador.
Ambos se dañan así mismos, el que promete demasiado, y el que espera demasiado.
¿Es que no se puede estar serio riendo?
La simplicidad siempre está bien.