Una mediana vida yo poseo, un estilo común y moderado, que no lo note nadie que lo vea.
Una de las mayores pruebas de mediocridad es no acertar a reconocer la superioridad de otros.
Una gravedad continua no es más que la máscara de la mediocridad.
Los espíritus mediocres condenan, por lo general, todo lo que rebasa su pequeña estatura.
Mediocre y rastrero, se llega a todo.
Es un gran signo de mediocridad alabar siempre moderadamente.
La edad moderna representa el triunfo de la mediocridad colectiva.