Nuestro bien y nuestro mal no existen más que en nuestra voluntad.
Hallar la debilidad en cada quien es el arte de dominar las voluntades.
He aquí una hermosa frase de Agripino: Jamás seré un obstáculo para mí mismo.
Hacer mal por voluntad es peor que hacerlo por la fuerza.
Que siempre es la voluntad del apetito alcahueta.
Obra de modo que la máxima de tu voluntad pueda ser en todo tiempo principio de una ley general.
Moral y físicamente el hombre superior es aquel que une la más delicada sensibilidad a la voluntad más fuerte.